Una fiesta patronal en Santa María Tlahuitoltepec Mixe

Por: Laura Murcia y Facundo Vargas

La fiesta de la Asunción es una de las tres celebraciones patronales de Santa María Tlahuitoltepec Mixe, en Oaxaca, junto con la Ascensión –mayo- y la de Guadalupe –diciembre-. Se lleva a cabo a mediados de agosto, durando generalmente de entre 2 días antes y 2 días después del 15 de ese mes.

En Tlahuitoltepec -como en otros pueblos- es costumbre que para que las fiestas se lleven a cabo como debe ser algunas familias tendrán que proponerse para la capitanía de los festejos, lo cual no quiere decir que los preparativos serán sólo responsabilidad suya sino de toda la comunidad. Meses antes del evento las familias encargadas buscan ayudantes, es decir, invitan a otras personas del pueblo a desempeñar tareas como rajar y secar leña o acondicionar los espacios para que -frente a la adversidad de las pendientes en los terrenos- las bandas puedan tocar, la gente baile y haya las mesas necesarias y bien acomodadas para servir la comida. Ni los capitanes de festejos ni los ayudantes reciben algún tipo de gratificación, nombramiento político o privilegio por el hecho de participar, pues la colaboración en estas fechas, como en general cualquier otra en beneficio del pueblo, es entendida como un trabajo comunal. Quienes están en la capitanía ofrecen mezcal a los ayudantes mientras laboran como un gesto de gratitud por el apoyo y como un regalo muy especial, ya que esta bebida es considerada como sagrada.

Llegado el mes de agosto se hacen los últimos preparativos. La parte ritual inicia cuando los capitanes hablan con algún xëmaapyë o Contador del Sol, que es la persona –mujer u hombre- con la sabiduría necesaria para prever cuántas cuentas de maíz, cuántos platillos miniatura, cuántos guajolotes y gallinas y qué cantidades de tepache y mezcal habrá que llevar a Kondoy, deidad considerada como el último guerrero y gobernante de los ayuujk jää´y, que logró resistir y pelear contra zapotecos, mixtecos y españoles en sus intentos conquistadores y que, según algunos mitos, todavía debe estar por ahí, viviendo en alguna cueva del monte.

Siguiendo las indicaciones del xëmaapyë y uno o dos días antes de empezar la festividad la familia alista la ofrenda y carga también suficientes niiy wyinjääxy, un tipo de tortilla de maíz con chile que comerán durante el camino de regreso a casa. Emprenden así el trayecto que los llevará a la cima del Ii´pxy Yukp o de los 20 picos –cuyo nombre de conquista azteca es Zempoaltépetl-, sitio sagrado que muestra no sólo la representación de relieves en su geografía, sino que simboliza también la presencia vigesimal de deidades y repite el número 20, presente en la calendarización de los pueblos mesoamericanos.  Cuando llegan a la punta del cerro, es momento de comenzar a orar, agradeciendo la prosperidad y la abundancia de bienes y alimentos para la celebración, y pidiendo que ésta se desarrolle con éxito. Durante la oración se recurre a palabras duales como Jujkyäjtën-tsënää´yën (vida-convivencia) y Kunuu´kyxtyëëty-kunuu´kyxtyääk (Sagrado padre-Sagrada madre, seres supremos) y se reconoce y agradece la presencia de entes naturales como la montaña, los rayos, la lluvia, el viento y las plantas.

Acorde con la impresionante presencia de música en el pueblo, la fiesta inicia oficialmente durante la noche del día 1 con una calenda, baile de bienvenida en el que las bandas son consideradas como quienes han de inaugurar todo el evento. En esta parte cada banda es presentada y se dan a conocer también las familias que han estado a cargo de la organización. A partir de este momento y hasta el final de la festividad las bandas estarán tocando constantemente, lo cual no significa que, como en otros contextos, los músicos animan mientras el resto de la concurrencia come: ya entrado el banquete llega un momento en que la banda se sienta en el lugar designado para que ellos también disfruten los platillos y las bebidas. Todo el pueblo sabe que ellos tienen un lugar y reconocimiento especial por su labor dentro de la vida cotidiana y en los sucesos especiales de la comunidad. Un aspecto relevante de adquirir la capitanía es, incluso, la labor de recibir y atender a los ejecutantes de los maravillosos sones que adornan y alegran al pueblo mixe de Tlahuitoltepec.

Durante el día dos se lleva a cabo un programa deportivo y cultural. Se realizan partidos de básquetbol, una función de maroma en la que por igual participan chicos y grandes de la comunidad y, ya bien entrada la noche, se hace la quema del castillo de juegos pirotécnicos mientras una de las bandas interpreta sones y jarabes desde el kiosko.

El día tres corresponde a la parte clímax del festejo. El día se inicia con la misa en honor a la Virgen de la Asunción. Transforme nuestras vidas / la fuerza de tu verbo / Impulse nuestros actos / el fuego de tu soplo, dice un fragmento del canto de entrada de la Misa Oaxaqueña, obra -compuesta en 1979 por Timoteo Cruz Santos- que se interpreta con gran frecuencia en las iglesias de muchas regiones de Oaxaca. Trombones, trompetas, flautas, saxofones, clarinetes, tuba, bombo, platillo y tarola hacen sonar, con una belleza conmovedora, diversas alabanzas y  durante toda la ceremonia religiosa. Ahí se manifiesta la manera particular en que los mixes forman parte del rito católico. Durante y después de la celebración eucarística se ofrendan flores frescas y mazorcas de las últimas cosechas frente al altar; al término de la misa, mucha gente se queda a rezar en la verdadera lengua de los ayuujk y pide trabajo para sí, salud para los seres queridos, sobriedad para los alcohólicos, abundancia y bienestar para su familia, etcétera.

La tarde que llega a continuación es el momento más importante para servir y compartir los alimentos, seguir agradeciendo y alegrar las cosas mediante la música. De acuerdo a la cantidad de bandas disponibles para tocar ese año, es como se establece el número de familias comisionadas para procurar el festejo; así es como se trata de varias fiestas locales que, simultáneamente y con el mismo significado, forman la gran fiesta de la comunidad, el momento en que todo el pueblo debe estar disfrutando.

Cuando los invitados llegan a cada casa se realiza primero un saludo a la Patrona; en seguida, alguno de los anfitriones lanza palabras de bienvenida y generalmente replica alguno de los asistentes, de preferencia el más viejo. Inaugurada esta gran reunión, comienzan a repartir tepache y pulque. La tradición es que en todo momento y lugar las bebidas sagradas son regresadas a la Tierra a través de 3 gotas que se dejan caer al suelo y antes de dar el primer sorbo, en señal de gratitud y de acuerdo con la concepción triádica del mundo, del tiempo-espacio y del Universo, en la que se expresa una relación inframundo-plano terrenal-supramundo, así como pasado-presente-futuro en dirección lineal vertical y a su vez cíclica.

La banda toca sones e incluso danzones, boleros y otros géneros, mientras que a los comensales se les sirve un picante y muy caliente caldo de pollo preparado con diversos chiles rojos y servido con cebolla, cilantro y limón, así como tamales de maíz cocinados sólo al vapor y rellenos de frijol o amarillo. En las mesas también hay agua, cerveza y la visita constante de quienes reparten tepache y pulque.

Después de la comilona viene el momento en que la banda interpreta sones para que la gente baile.

El día 4 está marcado por una tradición que se ha conservado desde mucho tiempo atrás, y que a su vez ha cambiado de acuerdo a las circunstancias sociales y culturales de la comunidad, la región e incluso el país. Se trata de Los Arrieros, una especie de teatro comunitario en que muchas personas del pueblo, incluyendo a los músicos, se disfrazan y hacen una especie de parodia improvisada de la realidad. En un recorrido por los alrededores del pueblo y con vista a las casas y a la sierra, suenan los instrumentos de aliento y las percusiones, sección entre la que destaca un chimpancé tocando el trombón mientras que una monja alta y gorda, de cara pícara y plástica, bailotea con poca gracia y posa para las fotografías. Un grupo de turistas con un letrero que reza «No pus wow» y jipis con pelucas rubias y lentes oscuros rodean con asombro la diversidad de marchantes. Cuando avanza la comparsa se ve desfilar al mismísimo Peña Nieto con un caminar festivo y casi cínico. Una de las mayores atracciones es brindada por el Papa y su séquito de monaguillos y demonios. Las filas oficiales de las instituciones del Estado no se hacen esperar, y aparecen los cuerpos del ejército, el personal médico y hasta los rostros de la “oposición” política.

Durante el día 5 se lleva a cabo la clausura de la fiesta patronal. Así como inició uno de los eventos más importantes para los habitantes de Santa María Tlahuitoltepec, con la bienvenida de las bandas, así mismo terminará, con la participación de éstas en la explanada municipal. Cada banda interpreta 3 piezas de su repertorio, y al final se hace un vasto set de sones que hacen llenar toda la pista con parejas de baile.

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